Dios iluminó y limpió la mirada de Vicente de Paúl. Por eso nos recomendará con frecuencia que nos fijemos en la mirada y en la caridad de Jesucristo para con todos. Y por eso mismo, nos dejará escrito: “Vayamos y ocupémonos con un amor nuevo en el servicio a los pobres y abandonados; reconozcamos delante de Dios que son ellos nuestros señores y nuestros amos, y que somos indignos de rendirles nuestros pequeños servicios” [SVP, XI, 273].
Vicente de Paúl gastó su vida predicando misiones en las aldeas de Francia e instituyendo en aquellos lugares las Caridades encomendadas a los laicos de la población para ayudar a los enfermos pobres y a los excluidos sociales, y dirigiendo magistralmente las obras que había fundado. Al mirar con la mirada de Dios, se entregó a sus criaturas más necesitadas, las ayudó y las salvó.